La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil.
En pequeñas cantidades, el estrés es positivo para el ser humano, ya que permite realizar las actividades diarias, enfrentar desafíos y responder ante circunstancias adversas. Es importante reconocer que es normal sentirse estresado ante situaciones desafiantes, y esto no implica necesariamente tener un problema con el estrés.
El estrés puede originarse por eventos internos o externos, ya sean reales o imaginarios.
Es decir, nuestros pensamientos también pueden generar estrés. Cuando una persona tiene niveles muy altos de estrés, comienza a experimentar efectos tanto en su cuerpo como en su mente. Los principales síntomas reportados incluyen problemas para dormir, dolores de cabeza, cansancio, sentimientos de tristeza o culpa, necesidad de llorar, presión en el pecho, falta de apetito o comer por impulso, dolor corporal, tensión muscular y malestares estomacales, entre otros. Además, muchas personas informan que sus pensamientos se disparan y se concentran en eventos desagradables del pasado o situaciones catastróficas del futuro.
Aunque los pensamientos son una parte natural del ser humano, el problema surge cuando la mente se queda atrapada en esos pensamientos.
Si tu mente y tu cuerpo permanecen demasiado tiempo en ese estado de estrés, esto puede exacerbar problemas médicos preexistentes o incluso provocarlos, como la ansiedad, depresión, hipertensión y problemas cardíacos, entre otros. Además, tu comportamiento también se verá afectado.
Los expertos mencionan que el ser humano tiene alrededor de 70,000 pensamientos diarios, y el 95% de esos pensamientos se originan en el inconsciente. Esto significa que, la mayor parte del tiempo, no somos conscientes de dónde está nuestra mente. En consecuencia, esos pensamientos generan emociones, y las emociones generan más pensamientos, agravando la situación de estrés y llevándola a un estado crónico de tensión.
Los especialistas promueven hábitos saludables para enfrentar y reducir el estrés:
Adoptar una actitud positiva ante la vida, mantener relaciones saludables, hacer ejercicio físico de manera regular, llevar una alimentación balanceada, dormir 8 horas diarias, evitar el exceso de estimulantes como el alcohol, tabaco y café, reducir el tiempo en pantalla, disfrutar de paseos en la naturaleza, practicar un hobby y meditar para conseguir un descanso mental.
"Casi todas las cosas volverán a funcionar si las desenchufas por unos minutos... incluso tú."
La atención plena, o mindfulness, nos ayuda a “desenganchar” nuestra mente de esos bucles de pensamientos negativos y nos trae de regreso al momento presente. No se trata de deshacerse de los pensamientos, sino de aprender a manejarlos. Una manera efectiva de regresar al presente es enfocarse en los sentidos. Nuestra técnica favorita es la respiración: en un momento de tensión, puedes intentar desenganchar tu mente inhalando profundamente y alargando la exhalación o prestando atención a los aromas del ambiente. Otra técnica que puedes realizar es nombrar lo que sientes, identificando la emoción que se apodera de ti y aceptándola. Estas prácticas las puedes realizar durante el día, todas las veces que lo necesites.
Reconocemos que no todas las personas responden de la misma manera al estrés ni presentan los mismos síntomas. Por ello, en The Inner Explorer nos enfocamos en ofrecer programas y sesiones 1:1 adaptados a las necesidades individuales, trabajando con profundidad en las áreas que más afectan tu vida diaria.
Si estás experimentando estrés, debes saber que no estás solo. Existen muchas maneras de enfrentarlo, y también puedes acudir a instituciones públicas que ofrecen apoyo.
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